Hay momentos en la vida de cualquier ser humano, que nos
sentimos abatidos, derrotados, sobrepasados por las adversidades. Sin embargo,
hay una tendencia natural a reponerse a esos eventos.
Cuando estamos ante una situación traumática, como la
pérdida de un ser querido, del trabajo, de conflictos financieros fuertes, de
una enfermedad prolongada, o ante cualquier conflicto o derrota, las sensaciones
y emociones que experimentamos pueden ser de angustia, depresión, soledad,
impotencia, abatimiento, y en ocasiones, hasta perdemos el sentido de vida.
Sin embargo, pasado el trago amargo, surge en nosotros esta
necesidad de reponernos, de levantarse, de salir adelante de estas situaciones.
Esa capacidad de reponerse,
ante un evento catastrófico, ante un trauma, sea de la índole que sea,
es decir físico, emocional, de catástrofe natural, social, etc.; se conoce como
resiliencia; y engloba una serie de actitudes que nos hacen pasar el trago
amargo reponiéndonos e incluso saliendo fortalecidos de dichas experiencias.
No es que vivamos el evento en si con entereza y actitud positiva. La experiencia
se vive con dolor, angustia, desesperación, sin embargo surge esa fuerza
que nos va llenando de la capacidad de ponernos de pie, de buscar ayuda, apoyo,
de seguir adelante.
Qué facilita este
proceso para sobreponerse?
Ante todo tener una autoestima fortalecida, es decir, un
aprecio personal, reconocimiento de nuestras capacidades y de nuestras
potencialidades.
También es necesario
tener la capacidad de dar y recibir, ya sea en lo material o en lo emocional,
este aspecto es muy importante, porque a veces el orgullo nos impide poder
pedir ayuda y hay ocasiones en las que necesitamos de los demás en las que por
nosotros mismos no podemos resolver la situación o no tenemos los recursos para
hacerlo, de igual menara, el saber apoyar a quien lo necesita, es una habilidad
que nos permite brindar apoyo en el momento preciso.
Es necesario ser disciplinados y responsables, esto nos
brinda fortaleza, seguridad, y nos lleva a lograr mantenernos de pie. Si
iniciamos una acción que nos facilite reponernos de una calamidad, en necesario
mantener ese esfuerzo por un tiempo para
no recaer o volver a la situación anterior.
Tener claridad y objetividad en lo que necesitamos y como
obtenerlo, es crucial. Si sabemos en concreto hacia donde o a quién dirigirnos,
que acciones seguir consecuentemente, será más fácil que estar de un intento a
otro sin saber a bien que hacer.
Es importante ser creativo y estar abierto a cambios, ya que
si nos mantenemos rígidos, podemos quedarnos estancados, pero si le abrimos la
puerta a lo nuevo, aun en medio de la
crisis, nos podremos sobreponer con mayor facilidad.
Saber reconocer y manejar los propios sentimientos nos
brinda un gran apoyo, no sirve de nada caer en la negación de lo que sentimos,
es necesario reconocer si estamos tristes, enojados, furiosos, y saber
canalizar esa energía en nosotros de forma positiva, de tal menara que nos
sirva y no solo que nos abata. El miedo, el coraje, la ira, son emociones que
generan una gran carga energética, poder
usar esa fuerza es quizá lo que nos hace levantarnos y dar el primer paso para
nuestra recuperación.
El poder reconocer que todo cambia constantemente también
nos ayuda a entender que la vida misma es un continuo cambio y un proceso de
adaptación y de aprendizaje; que las experiencias que vivimos, nos llevan a
vivir experiencias que nos fortalecen, que
nutren nuestra alma. Si nos ponemos a
ver a través del cristal de la espiritualidad, podemos mencionar que cada
experiencia es un aprendizaje para nuestra alma y nos brinda la posibilidad de
fortalecernos, de hacernos sabios y de poder resolver conflictos que en otro
momento nos hubieran aniquilado. Hay que aprender que por mucho dolor que
estemos viviendo, también vendrán momentos en los que volveremos a sonreír, por
más lejano y remoto que parezca.
Saber comunicar lo que nos pasa, es de vital importancia,
hay ocasiones en las que preferimos aislarnos y vivir en soledad estas
experiencias que nos angustian y nos lastiman, sin embargo, el compartirlas, el
platicarlas nos ayuda a liberar lo que nos atormenta, y nos ayuda a saber
solicitar apoyo, buscar recursos para
salir adelante, a no estar solos.
A veces tener a alguien que solo nos acompañe, que solo nos
escuche es más que suficiente para sentirnos aliviados; mucho mejor si ese
acompañamiento es de alguien experto que nos puede bridar ayuda y el apoyo
necesario para superar la experiencia vivida.
Es importante mantener la fe de que tarde o temprano nos
recuperaremos y saldremos fortalecidos de dichas experiencias.
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